El estrés es una respuesta compleja de nuestro organismo ante un estimulo, un estresor o una situación. Es una respuesta habitual y normal dado que es el esfuerzo que realiza nuestro cuerpo ante cualquier cambio o demanda de nuestro ambiente. No sólo aparece cuando lo que sucede es negativo, sino que también aparece cuando esos cambios de nuestra vida son etiquetados y sentidos por nosotr@s como positivos. Así son denominados estresores, por ejemplo, el matrimonio, los viajes, los cambios de domicilio, los cambios de trabajo, el nacimiento de hij@s, etcétera; también lo son los accidentes, las enfermedades, las situaciones de violencia, etcétera.
En una situación estresante el organismo lo primero que hace es presentar una respuesta de alarma. Si la situación continúa se pasa a una fase de adaptación en la que el organismo reorganiza el nivel de trabajo del sistema hormonal y del sistema nervioso. Si se prolonga excesivamente en el tiempo la situación estresante, el organismo entra en una caída, una ruptura del equilibrio, y por lo tanto pierde la flexivilidad a la hora de responder. Es decir, puede quedarse constantemente en la respuesta de alarma o ésta ser la respuesta casi habitual, y con intensidad, a cualquiera de los pequeños cambios cotidianos de la vida de una persona.
Por lo que nuestra meta no debe ser eliminar el estrés de nuestras vidas. Sería algo imposible. Sino llegar a tener un control adecuado del mismo.
Hay que recordar que el estrés no sólo viene del ambiente. También viene de nuestro propio cuerpo y de nuestros pensamientos. Esta última debe ser nuestra meta a la hora de controlar el estrés.
En una situación estresante el organismo lo primero que hace es presentar una respuesta de alarma. Si la situación continúa se pasa a una fase de adaptación en la que el organismo reorganiza el nivel de trabajo del sistema hormonal y del sistema nervioso. Si se prolonga excesivamente en el tiempo la situación estresante, el organismo entra en una caída, una ruptura del equilibrio, y por lo tanto pierde la flexivilidad a la hora de responder. Es decir, puede quedarse constantemente en la respuesta de alarma o ésta ser la respuesta casi habitual, y con intensidad, a cualquiera de los pequeños cambios cotidianos de la vida de una persona.
Por lo que nuestra meta no debe ser eliminar el estrés de nuestras vidas. Sería algo imposible. Sino llegar a tener un control adecuado del mismo.
Hay que recordar que el estrés no sólo viene del ambiente. También viene de nuestro propio cuerpo y de nuestros pensamientos. Esta última debe ser nuestra meta a la hora de controlar el estrés.
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